Condenan a cadena perpetua a joven que lanzó a niño desde un museo en Londres
La juez tuvo en cuenta la gravedad de las heridas sufridas por el menor, un turista francés de 6 años que visitaba el museo con su familia.
Un joven británico con trastornos de personalidad que empujó a un niño pequeño desde lo alto del museo londinense Tate Modern, hiriéndolo gravemente, fue condenado a cadena perpetua con cumplimiento mínimo de 15 años de reclusión.
Al anunciar su sentencia, la jueza que preside el tribunal criminal de Londres explicó haber tenido en cuenta la premeditación del acusado, Jonty Bravery, de 18 años, quien fue juzgado por intento de asesinato, y su peligrosidad en libertad.
También subrayó la gravedad de las heridas sufridas por la víctima, un turista francés de seis años que visitaba el museo con su familia, cuya vida "nunca volverá a ser la misma".
En una declaración leída por la fiscal, los padres de la víctima afirmaron que "las palabras no bastan para describir el horror". En la incertidumbre sobre el futuro de su hijo, temen que este no pueda volver a confiar en nadie y que vea a cualquier extraño como una "amenaza".
Durante su juicio en diciembre, Bravery, que tenía 17 años en el momento de la agresión en agosto de 2019, se declaró culpable de empujar al pequeño desde la décima planta.
El niño, que aterrizó unos 30 metros más abajo sobre un tejado de la quinta planta, sufrió una hemorragia cerebral y fracturas en la columna vertebral, las piernas y los brazos.
Bravery, que sufre autismo y trastornos de personalidad, había advertido a sus cuidadores en el otoño de 2018 de que planeaba matar a alguien de este modo, según una grabación publicada en febrero por la radio BBC y el diario Daily Mail.
"En los próximos meses, tengo en mente que debo matar a alguien", se le oía decir, afirmando buscar un edificio alto de la capital. "Puede ser cualquier sitio mientras sea un lugar alto, podría subir, visitarlo y empujar a alguien desde allí", agregó.
Bravery vivía en un apartamento social del distrito londinense de Hammersmith y Fulham, cuyas autoridades lo tenían a su cargo y habían contratado a una empresa para cuidarlo. En los meses precedentes a la agresión había mostrado signos de mejora, por lo que se le permitía salir solo cuatro horas al día.