El Vaticano de Madrid: de Joselito a Morante
Cerca de cien millones de euros, algo así como quinientos mil millones de pesos, mueve la Feria de San Isidro.
Este miércoles comienza uno de los eventos culturales más emblemáticos de Madrid y España: la Feria de San Isidro. Setenta y seis años de historia a lo largo de los cuales han desfilado reyes, presidentes, líderes mundiales, revolucionarios, artistas y científicos. Podríamos decir que hasta taurinos.
Los reyes Juan Carlos I y Felipe VI de España, las reinas Sofía de Grecia y doña Leticia, las infantas y princesas hijas y nietas de éstos, el presidente Felipe González y el mismo generalísimo Francisco Franco, los revolucionarios Fidel Castro y Ernesto Che Guevara y los artistas Orson Welles, Ava Gardner y Ernest Hemingway, entre infinidad de personajes de la historia y la cultura, han compartido palcos, barreras y tendidos de la monumental Plaza de las Ventas, reconocida como el Vaticano o la Catedral del toreo y declarada Patrimonio Histórico, Arquitectónico y Artístico. Incluso, en ese espacio de libertad que queda antes de la entrada al complejo arquitectónico mudéjar de Las Ventas, hay una estatua en homenaje al científico Alexander Fleming, descubridor de la penicilina que ha salvado la vida de centenares de toreros. “Al doctor Fleming, en agradecimiento de los toreros”, invoca un mensaje en su honor.
Hace más de un siglo, Joselito el Gallo, el reconocido “Rey de los Toreros”, el más amado y llorado de los diestros, fue uno de los adalides de la construcción de la Plaza de las Ventas del Espíritu Santo en la madrileña calle de Alcalá, en el tradicional y distinguido distrito de Salamanca. Pero el diestro sevillano no pudo ver cristalizado su sueño: el coso fue inaugurado en 1931 con una corrida a beneficio de los obreros en paro y el toro Bailaor lo había izado a los altares de la gloria en Talavera de la Reina en 1920. Joselito tenía apenas 25 años, aunque hay quienes dicen que él no ha muerto, que está más vivo que nunca.
Cerca de cien millones de euros, algo así como quinientos mil millones de pesos, casi el presupuesto que Colombia ha destinado para la cultura en 2023, mueve la Feria de San Isidro, que se convierte en un hervidero de visitantes, empresarios, turistas, madrileños, curiosos y taurinos. El esplendor de hoteles, restaurantes, bares, almacenes y comercios de la Comunidad de Madrid. Mucha plata, mucha historia, mucha cultura, mucho arte para despreciarlos por radicalismos deleznables.
En honor a San Isidro Labrador, patrón de Madrid, la primera corrida de la primera Feria de San Isidro se realizó el 15 de mayo de 1947; de eso hace 76 años. Con el anuncio de “no hay billetes” en los cinco festejos del serial, el cartel de inauguración estuvo conformado por los matadores Rafael Ortega “Gallito”, Manuel Álvarez “Andaluz” y Antonio Bienvenida, que lidiaron toros de la ganadería de Rogelio Miguel del Corral.
San Isidro (Madrid, 1082-1172) fue un labrador mozárabe y luego monje beatificado por el papa Paulo V en 1619 y canonizado en 1622 por Gregorio XV, junto a santa Teresa de Jesús, san Ignacio de Loyola y san Francisco Javier. Pese a que aún no estaba canonizado, los madrileños le rendían culto desde el siglo XII. En el siglo XIII se pedía a Isidro para que trajera las lluvias en primavera; hoy se le suplica que no llueva durante la veintena de corridas de toros que conforman la feria.
Más de veinte festejos
Este año el ciclo madrileño, que va del 10 de mayo al 18 de junio, lo conforman un total de 23 festejos: 18 corridas de toros, 3 novilladas y 2 encierros de rejones (el arte del toreo a la jineta). La isidrada se complementa con dos corridas fuera de abono —“In Memoriam” y Beneficencia, a la que suelen ir los reyes, reinas y princesas de España— los domingos 11 y 18 de junio. La Feria de San Isidro es a los toros como el Mundial o la Liga de Campeones al fútbol. Tanto en aquélla como en éstos participan, en general, los mejores toreros y futbolistas del mundo.
El valiente joven peruano Roca Rey y el añejado artista español Morante de la Puebla -un torero de época que es la suma de muchos toreros-, que vienen de triunfos esplendorosos y resonantes en La Maestranza de Sevilla, encabezan los carteles con el anuncio de su actuación en tres tardes, lo mismo que El Juli y Talavante. Por delante de ellos en número de festejos, se encuentra Emilio de Justo, que hará el paseíllo en cuatro ocasiones.
Medio millón de personas, entre aficionados, taurinos, reyes, reinas, princesas, turistas de todo el mundo, madrileños, científicos, artistas y curiosos, se esperan este año en los tendidos de la Plaza de las Ventas, con capacidad para albergar a cerca de 25.000 almas apasionadas y sensibles.
Un colombiano humilde, el maestro César Rincón, salió a hombros seis veces por la puerta grande de Las Ventas -cuatro de ellas en un mismo año: 1991-, lo que lo convirtió en uno de los toreros con un mayor número de triunfos épicos en la capital española y de los que más ha cruzado en andas ese portón simbólico que da paso a la calle de Alcalá y al Olimpo de los elegidos por la historia de la tauromaquia.
Como lo dije en una columna: “Don Luis de Góngora y Argote, Fray Luis de León, Alfonso X “el Sabio”, Miguel de Cervantes, Ortega y Gasset, Picasso, Dalí, Miró, Goya, Monet, Doré, Lorca, Alberti, Buñuel, Miguel Hernández, Camilo José Cela, Fernando Savater, Francis Wolff, Hemingway, Eisenstein, Orson Welles, Charles Chaplin, Bizet, Albert Camus, Fernando Botero, García Márquez, Mario Vargas Llosa, Plácido Domingo, Joaquín Sabina, Serrat, Calamaro, entre muchísimos otros de la estirpe de los grandes artistas y escritores que en el mundo han sido, tienen una cosa en común, aparte de su arte: todos son taurinos, todos son aficionados a las cada vez más criticadas corridas de toros”.
No todos fueron a la Feria de San Isidro, claro, pero a todos les habría gustado ir. Y varios de ellos estarán este año, en medio de la procesión de feligreses de esta religión que se resiste a perecer, en las duras pero prometedoras gradas del Vaticano del toreo. “Que Dios reparta suerte”, como reza el ritual del paseíllo, cuando suenan los clarines y timbales que anuncian el comienzo de esta siempre novedosa, esperanzadora, añeja y tradicional liturgia.